Médicos, enfermeros y farmacéuticos, pueden ayudar a
reducir el número de accidentes de tráfico, con solo informar a sus pacientes
sobre las alteraciones que su enfermedad, o el medicamento que debe tomar,
tienen en su capacidad de conducir. Diferentes estudios y estadísticas, así lo
confirman.
Es posible prevenir los accidentes de tráfico desde la consulta de médicos y enfermeros o desde el mostrador de los farmacéuticos? Es incuestionable que ciertas enfermedades pueden ser causa de riesgo en la vía pública, tanto como conductores como peatones. Es fácil poner ejemplos: un enfermo de Parkinson, o con Alzheimer, los que han sufrido un ictus, o tienen cataratas... También, tomar ciertos medicamentos provoca efectos adversos (sueño, descoordinación motora...) que deterioran la capacidad para conducir. En este tema, la Agencia Española de Medicamentos ha realizado una revisión completa para conocer aquellos que interactúen con la conducción, y hacer que incluyan en sus envases un pictograma (coche dentro de un triángulo rojo) que alerte a los consumidores. Un 25% de los medicamentos de venta en España tienen que llevar este distintivo, e informar en sus prospectos sobre las posibles reacciones que pueden afectar las facultades del conductor. Según explica Javier Álvarez, catedrático de farmacología de la Universidad de Valladolid “la advertencia de su influencia en la conducción ya venía incluida en los prospectos, pero suelen ser muy largos, engorrosos y difíciles, y a la mitad del texto nos cansamos de leer”. De ahí, subraya, “la importancia de este ‘pacto’, que es una llamada de atención muy visual, pero no una prohibición”.
Es posible prevenir los accidentes de tráfico desde la consulta de médicos y enfermeros o desde el mostrador de los farmacéuticos? Es incuestionable que ciertas enfermedades pueden ser causa de riesgo en la vía pública, tanto como conductores como peatones. Es fácil poner ejemplos: un enfermo de Parkinson, o con Alzheimer, los que han sufrido un ictus, o tienen cataratas... También, tomar ciertos medicamentos provoca efectos adversos (sueño, descoordinación motora...) que deterioran la capacidad para conducir. En este tema, la Agencia Española de Medicamentos ha realizado una revisión completa para conocer aquellos que interactúen con la conducción, y hacer que incluyan en sus envases un pictograma (coche dentro de un triángulo rojo) que alerte a los consumidores. Un 25% de los medicamentos de venta en España tienen que llevar este distintivo, e informar en sus prospectos sobre las posibles reacciones que pueden afectar las facultades del conductor. Según explica Javier Álvarez, catedrático de farmacología de la Universidad de Valladolid “la advertencia de su influencia en la conducción ya venía incluida en los prospectos, pero suelen ser muy largos, engorrosos y difíciles, y a la mitad del texto nos cansamos de leer”. De ahí, subraya, “la importancia de este ‘pacto’, que es una llamada de atención muy visual, pero no una prohibición”.
Un estudio realizado por investigadores de la
Universidad de Toronto (Canadá) y publicado en la revista médica New England
Journal of Medicine concluye que “las advertencias de los médicos sobre la
enfermedad y los tratamientos juegan un papel crucial en la reducción de
accidentes de tráfico”. Incluso han cuantificado esa influencia realizando un
seguimiento a más de 100.000 pacientes durante tres años, período en el que se
vieron involucrados en 1.430 accidentes de tráfico cuando eran ellos los
conductores. Un año más tarde, después de que esos mismos pacientes habían sido
informados por sus médicos sobre los riesgos que conllevaba su enfermedad o su
tratamiento, los accidentes bajaron a 273, lo que supone “una reducción de
aproximadamente el 45% en la tasa anual por cada 1.000 pacientes”. ¿Pero qué
piensa el personal sanitario? ¿Es consciente de la labor que pueden realizar?
Desde la Sociedad Española de Atención Primaria (Semergen), manifiestan que
“existe una estrecha correlación entre el estado de salud y la forma de
conducir, y recuerdan la importancia de informar a los pacientes sobre los
peligros que conlleva el consumo de ciertos medicamentos que influyen en la
conducción y sus efectos secundarios”. En este mismo sentido, Elena Valdés,
asesor médico de la Dirección General de Tráfico, asegura que “los médicos se
encuentran en una situación idónea para ofrecer consejo sanitario al conductor:
conocen el momento de la enfermedad, su evolución, el fármaco que prescribe… y
puede darle los consejos adecuados para que adapte sus hábitos de conducción al
momento en que se encuentra de la enfermedad”. Y a pie de consulta, ¿cuál es la
realidad? Marta Ozcoidi, vocal de la Sociedad Española de Medicina del Tráfico
piensa “que se ha avanzado mucho, pero los médicos no están lo suficientemente
concienciados; aún queda un camino y, sobre todo, que es una labor
generalizada”. Asegura que “no hay que hablar solo, por poner un ejemplo, de
psiquiatras, que parece lo más evidente, sino que en cualquier especialidad nos
podemos encontrar con enfermedades o medicamentos que alteran la capacidad de
conducir, como los antiinflamatorios que recetan los traumatólogos”. Y además,
resalta la labor que pueden realizar el personal de enfermería y los
farmacéuticos.
Federico Jiménez, del Colegio Oficial de Enfermeros de
Madrid así lo confirma al decir que “nuestra labor es preventiva y de
información, sobre todo en atención primaria”. Además, afirma que “nos suelen
hacer más caso que al médico, porque somos más cercanos, somos como sus
traductores”, aunque reconoce que “casi siempre se informa a instancia del
paciente. Son ellos los que nos preguntan, sobre todo si tienen cierta edad”.
Por su parte, fuentes del sector farmacéutico aseguran que ellos sí están muy
concienciados. Cristina Fernández, miembro del Consejo General de Colegios
Oficiales de Farmacia, explica que “para potenciar la información a los
pacientes y que no se nos olvide, existe un programa que se distribuye a todas
las farmacias y, en el momento de pasar el medicamento para conocer su precio,
automáticamente indica que lleva el pictograma”. Pero también piden ayuda para
ejercer mejor su labor preventiva. Javier Álvarez dice que “los pacientes
tienen que recordarnos que conducen o que son profesionales, porque en atención
primaria la media de la consulta es de solo 12 minutos”. Y Marta Ozcoidi añade
“la necesidad de protocolizar en las historias clínicas la pregunta de si el
enfermo es conductor”. Joaquín Terán, jefe de la Unidad del Sueño del Hospital
Universitario de Burgos, pide “cambiar el mensaje, ya que muchos pacientes
ocultan su condición de conductores porque creen que les vamos a quitar el
carné. Hay que transmitir en positivo: si una enfermedad se diagnostica y se
trata adecuadamente, lo normal es que se reduzca el riesgo y se pueda seguir
conduciendo”.
Conocer cifras sobre el número de accidentes
atribuibles a problemas de salud es muy complicado, aunque sí es posible dar
algunos datos que nos ayudan a conocer la magnitud el problema. Según un
estudio realizado en Australia (Austroads Research Report, AP-R389-11) las
enfermedades o las pérdidas de conciencia súbitas (crisis epilépticas, infartos,
ictus...) pueden estar relacionadas con el 13% de los accidentes de tráfico,
siendo los problemas cardíacos, las crisis epilépticas y convulsivas y los
trastornos psiquiátricos las causas médicas que más accidentes de tráfico
originan. Por otro lado, en la Memoria 2011 del Instituto Nacional de
Toxicología y Ciencias Forenses, se indica que ese año el 9,5% de los
conductores fallecidos y casi el 20% de los peatones atropellados, habían
consumido psicofármacos antes del accidente. El doctor Terán aporta otras
cifras: “los enfermos de apnea no diagnosticados, multiplican por 3 el riesgo
de sufrir un accidente de tráfico”. En este campo, según la Comunidad de
Madrid, en 2010 se produjeron en su territorio 21.000 accidentes de tráfico, en
los que fallecieron 36 personas, que pudieron estar relacionados con trastornos
del sueño.
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